martes, 7 de abril de 2009

¡Dios mío qué desazón de tarde y trasnocha!


Con la tarde tan buena que pase yo ayer, con tanto jumillano entrando y saliendo del convento, tantas caras, muchas conocidas, otras nuevas. Ahora que hablo de caras, al Alcalde le vi mala cara yo ayer, no me dijo nada, pero algo le debe estar pasando, porque buena cara no llevaba. Sin embargo hoy lo he pagado con creces, lo que habré sufrido desde que se bajaron a mi otro nieto el de la Reja. Este el pobre es alérgico al agua, pues lo hicieron ya hace mucho unos frailes con papel y hojas de panocha y en tal que le cae algo de agua se hincha como una esponja.
Cuando salieron del convento ya aberruntaban agua unas nubes densas por el poniente; pero al rato, unos truenos, unos relámpagos, una culebrinas… y yo con el corazón en un puño. Alguien que vino por aquí, le llamaron al móvil desde Albatana, y por lo que adiviné de la conversación, allí le parece que diluviaba y caía granizo. Por lo que mi desazón se torno zozobra y angustia por lo que pudiera pasar.
Así estuve hasta que a las tantas asomaron los padres que se habían bajado rezando las estaciones con mi nieto y ya respire tranquila. Por lo visto cerca ya del pueblo, lo metieron en el coche de los muebles y llego a cubierto hasta San Agustín, donde vio a un momento a su madre La Virgen de la Asunción, acordándose suspender el traslado por las calles de Jumilla.
Bueno iremos a cerrar un ojo y descansar un poquito, con tanto silencio que hay en este convento y sin compañía no puedo hacer otra cosa

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