lunes, 31 de agosto de 2009

No gano para sustos ¡Dios mío!


«Me quieren quemar el monte»

Este año no gana uno para sustos, hacía once meses cuando de nuevo salieron ardiendo las faldas del monte, muy cerca del lugar donde provocaron el otro el pasado mes de Septiembre. Una aunque no es de la brigada científica de la guardia civil, ni tampoco omnipresente como mi nieto el hijo de Dios, no necesita muchas cábalas para tener la certeza de que también esta vez la acción del hombre esta detrás de este nuevo incendio.
Como santa y piadosa que soy no quiero yo levantar falsos testimonios, pero con muchas posibilidades también en este caso presumo que ha habido intencionalidad.
Pase porque una tenga que acudir a esto de Internet para dirigirse a sus súbditos, pase también porque cada vez se acerquen menos al convento, porque mis ahijados jumillanos cada vez sean más laicos y menos religiosos; pero hijos míos de todo esto, a quemar el monte…
¡Jesusico mío! ¡María, hija mía, bendita! Ampararme, que en una de estas salgo ardiendo y no hay bombero que me salve, pues mirad que mi imagen es de vieja madera y ya anda reseca por los años y los muchos veranos viviendo en el convento. Si una llama me alcanza prendo como el pasto que arde en las faldas del cerro
Ya se que vuestros mayores le pusieron mi nombre a esta sierra, pero el monte es del disfrute y propiedad de todos vosotros, por lo que tenéis el deber de cuidarlo para las generaciones venideras. ¿Os imagináis a vuestros nietos subir a pasar un domingo a la umbría de un monte pelado? ¿A que no?.

1 comentario:

  1. Acabo de dar con usted, Abuelica, y me he emocionado. Soy un jumillano ausente de su tierra y viviendo en Madrid, y tengo en mis pulmones el recuerdo de la olor del romero, en mis oídos el del murmullo de la Fuente de la Jarra, y en mis ojos la visión del Amarrado.
    ¡Cuanto la añoro, Abuelica! Un abrazo desde aquí, porque con el corazón creo que llego de pura nostalgia. Siga escribiéndonos, por favor...

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